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domingo, 4 de diciembre de 2011

Sean Connery, o la "injusticia" de no llamarse Ernesto.

Esta historia empieza tal que "así".
Domingo, 12:30 p.m., Vips de la calle Goya, cuasi enfrente del Instituto Beatriz Galindo.
"Quedada" con sobrina, mujer de sobrino, Pilar para más detalles, con intención de tomarnos ¿un café?.
Pilar, ella misma, espera hojeando la prensa del día (mal VIPS para hojear la prensa del día, te pasa todo el mundo por "encima"). Pilar espera más rato del debido, porque yo entro, no la veo, y me pongo a colocar delante del libro de Boris Izaguirre, el libro de Lucía Etxebarría (la sigo en Twitter, y me ha parecido  de recibo colaborar con su "promo"). Soy descubierta por una encargada del VIPS, y huyo avergonzada hacia la sección de "peluches" y "muñegotes" varios... En esas soy interceptada por la buena de Pilar, y entonces la encargada del VIPS, viendo que ya me encuentro en compañía de un "adulto", se despreocupa y vuelve a su tarea.
Pilar y yo nos acomodamos en una mesa, ella pide un café, y yo que tendría que pedir un poleo, o algo así, intento que cuele, y pido un Martini (no cuela...).
-Pero tía, ¿ya estás...?
-Un Martini hijita, sólo un Martini, que es la hora del aperitivo, que yo ya he desayunado...
-¡¡Pero tía!!
...y tal, y tal, y tal, y bueno que qué vamos a hacer contigo, y venga con que la "abuela fuma".
En fin, que acabo pidiendo un "puñetero" poleo (sí, sé que me estás leyendo Pilar guapa, la próxima vez te va a conseguir las entradas para el "Rey León", tu tía, tu otra tía quiero decir).
A lo que íbamos, Pilar me sorprende gratamente colocando encima de "El País", la revista "Esquire" (compra encargada por pequeño, y resacoso sobrino que no está en condiciones ni de bajar al kiosko). "Esquire" a mí me gusta mucho porque es muy divertida, y a mí las cosas divertidas, brillantes, y que huelen a ginebra me encantan. Total, que al tiempo que "hacía" que la escuchaba (no hay problema, en el momento en el que la he amenazado con lo de las entradas en el párrafo anterior, ha dejado de leer, y se está quejando por toda la casa, al tiempo que le pone la cabeza como un "bombo" a mi pobre, pequeño, y resacoso sobrino), sí, esto que hacemos todos tan bien, que hacemos "sí", "sí", "sí" con la cabecita, y que de vez en cuando soltamos un "uy no me digas, pero qué me estás contando...",  pero que en realidad no estamos haciendo ni caso, pues eso, que me he puesto a mirar la revista (magnífico por cierto el reportaje de Estudio "Harcourt"), y qué es lo que me encuentro nada más abrirla...
¡¡¡Publicidad de Vuitton protagonizada por Sean Connery!!!
Véase, Sean Connery (y además en la actualidad) muy, pero que muy guapo, encima de una barca en las Bahamas. Que digo yo, que yo me conservo "normalita", pero que no me veo encima de una barca, que todo lo más protagonizando anuncios de Actimel como mi admirada Lola Herrera, pero que vamos, que a lo que iba ¡¡¡Falta de verguenza masculina que a los 81 años (Sean Connery tiene 81 años) se pueda seguir subiendo a una barca para protagonizar un anuncio de Vuitton!!! ¡¡¡No es justo!!!
Vale, vamos haciendo nuestros pinitos, pero insisto ¡¡¡con el Actimel!!!



¿Cómo lo hacen los señores? ¿Por qué yo no puedo protagonizar un anuncio de YSL? ¿Va a tener la mujer que esperar a que Isabel Preysler cumpla los 80 para que se abra el mercado publicitario a las "nonagenarias"? Pues vaya "gaita", que yo no lo voy a ver...
En serio, no tiene lógica. Las mujeres vivimos más, vivimos mejor, y de repente, van y sacan a Sean Connery encima de una barca, y en vez de alegrarme, me dan el disgusto del día... que no hombre que no, que hay que empezar a luchar por la "paridad" en esto ya mismo.
Más ejemplos. Sale el protagonista de House, que debe de tener alrededor de 50 años, acompañado de una preciosa veinteañera, anunciando todo feliz una crema masculina, y todos encantados...Comparen ahora ese anuncio con el anuncio de crema de Jane Fonda, que poco más o menos viene a decirnos, "Mujer, no te preocupes, que al menos vamos a conseguir que te entierren super hidratada".
Sin más, que llevo todo el día muy disgustada pensando en esto, y aún más disgustada conmigo misma, por pensar en lo mucho que estaría ligando incluso a estas alturas, si en vez de llamarme Margarita, me hubiese llamado Ernesto.
Insisto, sin más...
Lady Gin Tonic (ofuscada por la envidia genérica - sexual).