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domingo, 24 de junio de 2012

La observación de la "peca".

Diario de a bordo de un/a hipocondriaca.

Antes de nada, me gustaría dejar claro, que reconozco que la hipocondría es una enfermedad terrible y angustiosa, que termina convirtiendo al que la padece, en uno de los seres más infelices e incomprendidos de la sociedad.

No obstante lo anterior (que bonito, me expreso como cuando escribo e- mails de trabajo), si hay algo que me autoriza a frivolizar (porque es lo que voy a hacer a partir de ya...), si hay algo que me concede cierto "grado" en la materia, es el hecho de ser yo misma, víctima de la hipocondría, y por ende, "pesadilla" hipocondríaca de mi entorno.

A mi marido que en paz descanse, mi madre le enseñó una frase popular (que digo yo que ya podía haberle enseñado a hacer torrijas) que no dejó de repetirme hasta que murió, la frase no era otra que "mujer enferma, mujer eterna...", y ciertamente, a puntito estoy de dar cumplimiento a la profecía.

La cuestión es que en mi, esto ha sido así desde que tengo uso de razón, y ya de niña estuve cerca de seis meses sin dormir porque empecé a pensar que cuando me despertase iba a estar ciega...

Dicen las malas lenguas, que la hipocondría es bastante común en personas "pelín" egoístas (será por lo de tener nuestro ombligo en constante observación...), pero de la misma manera que puedo validar otras teorías, o incluso compartirlas y ser clara demostración de ellas, con "esta", no lo tengo tan claro, porque si hay algo que sé de mí misma, y que confirman todos los que tienen el inmenso privilegio de conocerme..., es lo increíblemente generosa y desprendida, a la par que humilde, que puedo llegar a ser.

De todas las teorías que circulan acerca de este "padecimiento", mi  favorita es la que se puede extraer de la wikipedia, y que relaciona la hipocondría con el "hipocondrio", que esto es algo así como la zona que esta a la altura de las costillas, y que si se llena de "humores", te perjudica hasta tal punto, que te vuelve majara y consigue que seas incapaz de dejar de pensar en la enfermedad y en la muerte de manera constante. Esta teoría me gusta porque no sólo es la más sencilla, sino que no tiende a caer en el psicoanálisis de la sexualidad, o en el de las relaciones y complejos materno-paterno-filiales, que tan de moda están desde hace un par de siglos, y que a mi tanto me tocan las narices.

Aclarar así mismo, que el motivo de sacar a "colación" este tema ahora, no es otro que la "detección" inminente de una extraña "peca" que me ha salido en la rodilla izquierda, y que si bien no llega a "verruga", me tiene muy mosqueada, máxime cuando su forma me recuerda a la de un lunar que tuvo mi abuela Paquita, la de Garganta de los Montes, en la punta de la nariz, y a la que mi padre siempre acusó de haberle provocado la muerte (los 102 años que cumplió la moza no tuvieron nada que ver no que va...). Pues eso, me he localizado una extraña peca en la rodilla, que ha despertado en mi a "la bestia", y que ha inaugurado lo que mis familiares cariñosamente han "bautizado" como "Lady Gin Tonic Tour Hospital 2012" (les quiero pero son muy "capullos"...).

Sin perder de vista "la peca" de mi rodilla izquierda, de hecho, utilizándola para conseguir ser lo más descriptiva posible, paso a resumir en "modo" diario, el proceso de hipocondría al que me enfrento, así como los amplios recursos desplegados por mi familia y amigos para su propia supervivencia, y salud mental.

Espero de esta manera, no sólo tomar un poco de perspectiva ante este "mi sufrir", sino descargar del "idem" a unos cuantos (sirva esto además, como demostración de esa "generosidad", a la que antes he hecho mención).

Día 1 (El encuentro).

El día del encuentro, el día en el que todo se activa,  el día en el que tu vida pasa de lo cotidiano al drama sin darte tiempo a reaccionar, ese día...

Estando con mi amiga Lourdes en una bonita terraza de su barrio, de repente empieza a picarme la rodilla izquierda, me rasco de una manera sutil y disimulada (como debe rascarse toda dama que se precie), y ya noto que ahí hay algo que antes no había.

Intentando disimular, pero ya con el corazón a mil por hora, y los ojos así como fuera de sus órbitas... Sonrío disimuladamente, y me voy al baño a investigar.

Ahí está... Es una peca que antes no estaba, o que si estaba no picaba, o que si picaba, lo hacía poco y por la noche, para que así no me enterase, y cuando lo hiciese fuera demasiado tarde.

Es una peca marrón, muy rara (no, no es una mancha de vejez, que esas ya las tengo numeradas...), y que me mira "torcido".

Salgo del WC plenamente convencida de que me quedan dos telediarios, y así se lo expreso a mi amiga Lourdes.

Yo (Compungida y angustiada): Querida... el comienzo del fin, me ha salido una peca espantosa en la rodilla izquierda.

Lourdes (Prestándole más atención a su horchata que a mi confesión): Qué cosas, una peca...

Yo (Tras terminarme mi granizado de limón de golpe, que a saber si no será el último): ¡¡No te rías!! Mi abuela Paquita murió de una peca en la nariz.

Lourdes: Si mal no recuerdo, tu abuela Paquita, murió de vieja, de más vieja que nosotras, y porque se agarró una tajada de Anís del Mono... Que aún recuerdo las risas de tu madre cuando contaba aquella historia. "Y fue el médico, y tal, y de repente miraron debajo de la cama, y ahí estaba la botella... hay que ver que bien que contaba tu madre las historias, ay..."

Yo (Interrumpiéndola para salvaguardar el "pundonor" de mi abuela Paquita): Calla mala pécora, que mi abuela era una santa... y no la mató el Anís, que fue aquella peca.

Lourdes (Mirándome fijamente): Pues para tu información, he leído en la sección de salud de la revista Pronto, que un mancha extraña, no sólo puede ser indicativo de un cáncer de piel, sino que probablemente, sea reflejo de que algo va mal en el cerebro...

Yo (Con el corazón en un puño): ¿Un tumor cerebral?.

Lourdes (Volviendo a prestarle más atención a su horchata que a mi): Eso si tuvieses uno, que hay que joderse que pesada eres cuando te da...

Anda que no me van a llorar la próxima semana, cuando mi tumor cerebral me deje "tolai", y acto seguido me mate así de golpe y porrazo...

Día 2 (El valor).

El día 1 es el día en el que el miedo es tal que te paraliza, es el día en el que no sólo pasas mentalmente por todos los estadios de la enfermedad (tumor cerebral con metástasis en forma de peca en la rodilla izquierda en este caso) sino que recreas con tal intensidad los últimos momentos de tu vida, que hasta en lo que te gustaría llevar puesto terminas pensando (que digo yo, que tengo una camisa fabulosa de YSL así como en blanco roto con un "lacipondio" al cuello que es lo "más", que la veo que además que como combina con cualquier cosita, y que en mi caso, sería el total look para ese momento).

El día 2 sin embargo, es el día en el que tienes que dejar de pensar, y tienes que pasar a la acción. Es el día en el que, convencida estás, de que tu médico de cabecera, en cuanto te vea la peca de la rodilla, va a pedir urgentemente una ambulancia para no perder ni un segundo en llevarte al hospital.

*Apuntar que todos los Servicios de Urgencias de Madrid (públicos, y privados) cuentan con una foto mía que impide mi libre acceso.

El día 2 es el día de la llamada, no tanto al familiar más querido, como al más "práctico".

En mi caso, es el día de la llamada a mi queridísima sobrina Pilar - Poleos (mujer de sobrino a la que no puedo ver ni en pintura, pero sin la que no puedo vivir por esto de las contradicciones que tiene el amor).

La otra opción hubiese sido mi sobrina, mi Elenita sin H, pero esta es peor que yo, y anda liada en este momento con los trabajos de detección de lo que ella está convencida que es una hernia de disco, mientras que para el resto de la humanidad, no son más que los efectos de haberse caído de culo de una bicicleta tandem en el parque Juan Carlos I hace un par de semanas. Esta ha salido "toíta" a mi...

Pues eso. Pilar - Poleos (el apodo se lo puse yo, porque sólo me dejar tomar poleos, y Trinaranjus cuando salgo con ella).

Yo (Al teléfono, y con la sobriedad que exigen estas cosas): Querida... me ha salido una peca en la rodilla izquierda, y mañana tengo hora en el médico.

Pilar - Poleos (Creo que sin dejar de picar fruta, o haciendo gazpacho, o algo así...): Vaya, una peca...

Yo: Sí "hijita", una peca muy rara, y que me mira así como "torcido". Pero eso no es lo peor.

Pilar - Poleos (¿Usando la Thermomix?): No, claro, lo peor es...

Yo (Tras inspirar profundamente para no perder la voz por la emoción): Lourdes dice que seguro que es un tumor  cerebral...

Pilar - Poleos (Sí, está picando algo con la Thermomix): ¿En qué lado de la cabeza lo tienes esta vez?.

Yo: ¡¡¿Cómo que esta vez?!!

Pilar - Poleos: Si mal no recuerdo, hace tres veranos, y después de haber estado toda la primavera con lo de las pruebas de la alergia a los Kiwis y derivados, una mañana se te olvidó ponerte azúcar en el café, y como según tú misma indicaste, nunca en tus 77 años habías olvidado ponerte azúcar en el café, aquello seguro que era el primer síntoma de un tumor cerebral...

Yo (Tras hace memoria): Ah... ya me acuerdo, pero bueno, en aquella ocasión interpreté muy mal los síntomas, ahora es diferente ¿vienes conmigo, o no?.

Pilar - Poleos (Tras un dramático silencio): ¿A qué hora lo tienes?

Yo: A las seis...

Pilar: Vale, me da tiempo, que luego he quedado, paso a buscarte.

Yo ("Ordeno y Mando"): Pues ya estás "desquedando" que fijo que de la consulta nos mandan a urgencias directas...

Pilar (Y venga y dale con la Thermomix): Uy sí, claro, ahora mismo desquedo, de hecho, voy a enviar un "washapp" a todos para que "desqueden" de todo, y se vayan preparando para el fatal desenlace...

Yo: Eso.

Pilar: Y ni se te ocurra beberte un Gin Tonic para templar los nervios, que te conozco...

Sí, me conoce.

Día 3 (El día de "esos" médicos que no tienen ni idea).

Ya en la consulta (y sin Gin - Tonic en vena, que sólo Dios sabe el esfuerzo que he tenido que hacer para llegar sobria a la consulta).

Médica de cabecera (Que esta es una chiquita nueva que nos acaban de poner, y que me gusta mucho, muchísimo): ¡¡Margarita!! ¡¡Qué alegria!! ¡¡Qué bien la veo!!

Yo (Sentándome a duras penas en la silla): Ay hija, pues muy poquito más que me vas a ver...

Médica de cabecera se limita a preguntar con la mirada a Pilar - Poleos.

Pilar - Poleos (Tras carraspear): Le ha salido una peca en la rodilla izquierda. Yo la he visto, y a mi, más me parece mas un lunar vulgaris que otra cosa... Pero sus amigas y ella, han decidido diagnosticar basándose en la revista Pronto, y este verano, vamos a tener un tumor cerebral.

Pilar - Poleos es muy "salada" cuando sabe que estoy en minoria, cuando no es así, no se crece tanto...

Médica de cabecera: A ver Margarita, levántese el pantalón que vamos a ver esa peca.

Yo (Al tiempo que me levanto el pantalón): Que digo yo doctora que no se si será bueno seguir usando el body lotion que uso teniendo esa mancha extraña ahí y...

Médica de cabecera (Mirando bien mirada la peca): Pues a mi me parece un lunar... ¿Le duele?.

Yo: No, me pica... y eso es cáncer sí, o sí.

Médica de cabecera: O no, y es una peca que pica y ya... pero vamos a ver, esto es mucho más sencillo de lo que parece. Puede seguir usando el mismo body lotion, y ahora mismo le hago un volante para que vaya el dermatólogo y así nos quedamos tranquilas.

Yo: No, al neurólogo.

Médica de cabecera: No, al dermatólogo, que es el especialista de la piel.

Yo: Al neurólogo, que cuanto antes localicemos el tumor...

Médica de cabecera (Interrumpiéndome al tiempo que me da una piruleta): Al dermatólogo porque lo digo yo.

...me encantan las piruletas con forma de corazón, están muy ricas, me tienen entretenida un ratito, y luego me divierte mucho saber que voy a estar un rato largo con la lengua roja. ¡¡¿Al dermatólogo?!!

Día 4 (Reborn Christian)

El cuarto día, es un día muy triste, el más triste, es el día en el que te das cuenta de que estás solo en el mundo... Es el día en el que descubres, o peor, recuerdas, lo poquito que le importas al resto de la humanidad. Es "ese" día, en el que además de ir poniendo en orden los papeles, no dejas de preguntarte por el momento en el que desperdiciaste tu vida junto a esas personas, que sin tener en cuenta tu sufrimiento, y lo cerca que te encuentras de la muerte, siguen llamándote para proponerte salir a una terraza, ir a una exposición, o acudir a la junta de propietarios de la Cdad...

Es el día en el que tu Fe te transforma, y no te entra en la cabeza cómo no te largaste a un convento cuando aún tenías tiempo, y le entregaste tu vida a Dios, en vez de a la panda de capullos a los que se la has entregado...

El Día 4, es el día de acercarte a San Francisco de Borja (yo de los jesuitas no bajo por principios...) y confesarte (que más vale tarde que nunca).

Yo (En confesionario, y en modo "clásico"): Ave María Purísima.

Sacerdote (Tras permanecer unos segundos en silencio): Por favor, puede repetirlo...

Yo (Obediente): Ave María Purísima. 

Sacerdote (Asomando la cabeza): Coño Margarita ¿Qué haces aquí?.

Antonio es un sacerdote jesuita amigo de la familia, con el que evidentemente, no pensaba encontrarme en estas "lides".
Yo (Fulminándole con la mirada): Verás "Antoñito" hijo, que me alegro mucho de verte, pero que Ave María Purísima, a ver si es posible que me confieses de una vez...

Sacerdote (Volviendo a su sitio): Sin pecado concebida.

Yo: Así me gusta... No tenemos tiempo Antonio. Me muero, y me quiero morir en paz...

Sacerdote: ¿Otra vez?.

Yo (Con incomprensión): ¿Cómo que otra vez?.

Sacerdote (Explicándose): Hace un par de años, después de una comida en tu casa, también creias que te ibas a morir porque te había dado un ataque de tos muy raro, y convencida estabas de haber desarrollado "silicosis" por haber ido con tu marido de excursión un par de veces a unas minas inglesas, o algo así... Te confesé, me negué a darte la extremaunción... y desde entonces no te veo. ¿Qué tal los niños?.

¡¡A la mierda todos!! Es que ni en una Iglesia van a ser capaces de procurarme algún consuelo... pues parece ser que no.

Evidentemente, me largué de San Francisco de Borja sin mirar atrás.

Día 5 (La huida).

Teniendo claro que la enfermedad avanza, y que nadie está dispuesto a hacer nada por detenerla, no se el resto de la humanidad, pero lo que yo hago siempre, es hacer las maletas, y largarme a Londres (no es que allí me presten mucha más atención, pero como no les tengo tan "cansados", parece que un poco más de caso, sí que me hacen...).

Decidido, me saco mi billletito de avión por Internet, le explico a Berta, que esta es la señora que vive conmigo y que me ayuda un montón en casa, que me voy, y que no se si volveré... y me pido un taxi para el aeropuerto.

Llego a Londres, confiando en que el que fue durante años mi médico de cabecera sea capaz de detectarme el tumor con tan sólo mirarme, y confiando así mismo en que la distancia haga reflexionar a mi familia, y... y ya puedo seguir "confiando" sentada.

Mi médico de cabecera londinense no deja de recordarme la cantidad de veces, y por orden alfabético que he estado al borde de la muerte, y para colmo de males, me llama mi sobrina, mi Elenita sin H, y yo tan contenta pensando que por fin algo de preocupación, y va y lo único que me pide, es que antes de morirme, si no me importa, me pase por Harrods, y le compre unos chocolates con menta que siempre le compro cuando viajo a Londres y que le encantan...

Día 6 (Ahora viene lo gordo...).

El día 6, y en mi caso, más que en el otro Barrio, en otro país, es el día en el que de repente te das cuenta de que la peca no sólo ha dejado de picar, sino que revisando fotografías antigüas que tienes en el desván de Londres, te das cuenta de que estaba allí en el verano de 1975 en Benalmádena, justo en el mismo sitio, y justo con el mismo tamaño y forma.

El día 6 es el día en el que no tienes más remedio que seguir disimulando tu terrible preocupación por la peca, ya que siempre es preferible que los tuyos sigan pensando que eres una "hipocondríaca" a que averiguen la realidad... que lo que eres es una "gilipollas".
Y es que es así, y no de otra manera, con este tipo de "sobresaltos" y "descubrimientos", la forma en la que discurre la existencia de un hipocondríaco... Reírse, reírse, que gracia no tiene ninguna, sobre todo, porque lo primero en lo que piensas bien cuando el médico te confirma que estás perfectamente, bien cuando recuerdas que esa "peca" estaba allí desde que Franco hizo la mili en Melilla, es que el hecho de haber olvidado algo así, no es sino síntoma de algo mucho peor, "demencia", o "alzheimer", o sí, por qué no... el primer síntoma de un tumor cerebral alojado en el parietal derecho.

Esto no se cura, ya os lo digo yo, no lo hace...

Lady Gin Tonic (Con la muerte en los talones...)

Pd: Como hasta dentro de 5 meses no tengo hora con el dermatólogo, no descarto yo que al final, la peca se convierta en algo siniestro, y tanto reirnos, y vaya, y me mate, y no pueda cumplir ni los 81...