Lady
Gin Tonic, la almohada viscoelástica y los relajantes musculares.
(Una
historia de terror y amor como las de antes…)
-La
almohada viscoelástica en un “pedazo” de invento.
Así
empieza esta historia, y así al menos, es como me vendió a la “susodicha”, la
niña de la peluquería que con tanto acierto y cariño, me peina todos los
jueves.
Y
prosiguió…
-A
mi, a mi me ha cambiado la vida. En serio Dª Margarita, no se lo piense, cambie
sus almohadas por una viscoelástica ya.
-Pero…
-apunté yo al tiempo que con gestos intentaba evitar que me dejase la cabeza
como a Mozart- explícame por qué es tan fabulosa, ¿qué diferencia a esta
almohada del resto de almohadas del mundo?
-Ay
no se Dª Margarita, es especial, usted apoya la cabeza en su almohada viscoelástica,
y es como si perdiese el sentido… va a dormir de un tirón.
-¿De
un tirón?
*Esto
a mi podía interesarme, dada la mala costumbre que tengo de despertarme un par
de veces todas las noches, para levantarme, “sonámbula” eso sí, a la cocina a por
galletas.
-Sí,
de un tirón. Desde que mi “Guti” (el noviete se llama Julio, pero a saber por
qué le llama su “Guti”) me la regaló, nada, que no me despierto en toda la
noche.
*Que
digo yo, que si su “Guti” llega a saber lo de los efectos hipnóticos de la
almohada, lo mismo no se la compra, o bueno, lo mismo sí...
Mi
“niña” de la peluquería es una artista con los tintes y con el corte a navaja,
pero la verdad es que a la hora de explicarse, no sé, como que no llega… por lo
que basándome en la confianza que le tengo, y en lo bien que me vendría dejar
de levantarme, insisto, “sonámbula”, a por galletas todas las noches, me planteé
seriamente, sustituir mis almohadas (mis doscientas almohadas, soy de tener
almohadas y almohadones por todas partes…), por una “viscoelástica”.
No
obstante, y como buena “tendera” que soy, por muy bien que me hablen de algo, y
por mucha falta que me haga, no me lanzo a comprar así como así, primero tengo
que hacer mis “averiguaciones”.
1. Viscoelástica: Según la Wikipedia… Pues
según la Wikipedia la página está aún en construcción, y dícese así como quien
no quiere la cosa de un material que presenta “viscoelasticidad”.
2. Viscoelasticidad: Según la Wikipedia…
Es un tipo de comportamiento reológico anelástico (#ostitu) que presentan
ciertos materiales que exhiben tanto propiedades viscosas, como propiedades
elásticas cuando se deforman (#ostitu2)
Vale,
no perdamos la calma, hay vida más allá de la Wikipedia, y en Google, mi puerta
al mundo, hay más fuentes, infinitas de hecho, a las que acudir para hacer
consultas.
3. Pongo en Google: ¿Qué es una almohada
viscoelástica?: Primera respuesta, bueno, no la primera, pero sí la que terminó
de convencerme para que me lanzase a la piscina y me comprase ese “invento” de
almohada.
“El
material viscoelástico fue desarrollado por la NASA (¡¡La Nasa!!) con unas
propiedades únicas e innovadoras para aliviar la presión del cuerpo.
Si
“esto” viene de la NASA, no hay más que hablar, que a mi la NASA, la CIA, y el
PP, siempre me han merecido el mayor de los respetos…
Dicho
y hecho, “me de dos”.
Bueno,
en realidad “me de dos” no, que lo que hice fue pedirme dos al precio de una por la “internete”, en
una promoción en la que además me regalaban un par de fundas al aloe vera (…),
y no sé qué bono descuento para un SPA en el que ya me pueden esperar sentados.
La
verdad es que es una maravilla esto de la “internete”.
No
habían pasado más de tres días, cuando ¡¡zas!! Voy, y recibo mi pedido de
Vietnam.
Yo
feliz, el conserje* no tanto, porque la verdad es que el paquetito en sí, más
que peso pluma de almohadón, traía peso pluma de grúa.
*Inciso
para lo de la “pijería” del Conserje. Miguel lleva siendo el portero de la casa
en la que vivo, desde hace más de veinte años, Miguel jamás ha tenido el más
mínimo problema a la hora de presentarse como: “Hola, soy Miguel, soy el
portero de ….”, pero de un tiempo a esta parte, ha quedado terminantemente
prohibido (y de ello se dejó constancia en junta) llamarle “el portero”, hay
que dirigirse a él como “el conserje”. Sin más, que la gente se automedica más
de la cuenta y pasan estas cosas…
A
lo que íbamos. Yo, feliz #likeperdiz con mi par de almohadas viscoelásticas.
Yo
(a mi “Berta”* y a grito “pelao” por el pasillo): ¡¡Berta “guapisma”!! ¡¡Han
llegado las almohadas!!
*Mi
Berta es la señora que consigue que sobreviva a mi misma desde hace la torta de
años. Es un ángel, y la quiero más que a cada gota de sangre que corre por mis
venas (aunque me esconda las galletas, y no me deje echar chocolates en el
carrito de la compra).
Mi
Berta: ¡¡Qué bien!! ¡¡Que alegría!! ¡¡No me deje todo tirado por medio que ya
me la conozco!!
Sí,
me conoce. Pero yo es que con los paquetes me pongo nerviosita, y como que los
dejo destrozados y hechos cachitos y luego, pues eso, que Berta me regaña, y
con toda la razón del mundo.
…mis
almohadas, mis almohadas viscoelásticas.
Lo
primero que me llamó la atención cuando las conseguí sacar de la funda de
plástico (que para esto un master #ostitu3), fue el peso. ¡¡Puf!! Lo que pesan
estas almohadas… pero bien, porque fíjate tú por dónde, que una de las cosas a
las que me dedico yo en mi inconsciencia nocturna, es a arrojar las almohadas
por ahí, véase, que no aparece ni una donde debería, por lo que con estas, está
claro que no voy a poder hacerlo, no al menos sin lesionarme, o sin desarrollar
una capacidad muscular más propia de un pelotari vasco que de una dama de mi
condición y género.
Ya
en mis “aposentos”, y una vez retirados los doscientos almohadones, cojines,
cubrecamas y demás “pijotadas” que me voy autocomprando en mis tiendecitas de
Londres, y que luego “arrojo” así como todas juntas y en plan casual
#pasabaporaquí y se me cayó un cojín, suelto mis nuevas almohadas, les quito
las fundas de aloe vera que apestan a crema de manos del Simply, les coloco un
par de bonitas fundas de algodón con puntillas y “bodoques” que me autocompré
en verano, y que fue como si algo en mi interior ya me anunciase la llegada de
mis nuevas almohadas viscoelásticas… y me quedo tan “pichi” comprobando los “preciosismas”
que me han quedado.
Preciosas,
muy bonitas sí señor, y no se puede negar, que entre la contundencia que
aparentan, y el porte que se gastan con sus fundas de algodón blanco impoluto,
le han dado a mi cama la apariencia para la cual, sin duda, había sido creada…
Nerviosa
como una colegiala, y tras explicarle a Berta que con esas almohadas no me voy
a levantar a comer galletas, y que por lo tanto, no se asuste si no me oye
trasteando por la despensa a media noche, que no es que me haya muerto, que es
que tengo almohadas nuevas, me dispongo a, y parafraseando a mi “niña” de la
peluquería, “apoyar la cabeza en mi viscoelástica, y a perder el sentido…”
Dicho
y hecho…
9
horas más tarde.
-¡¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerta!!
La
almohada viscoeslástica, no es que te ayude a dormir la noche entera de un
tirón, es que te “noquea”… La almohada viscoelástica te atrapa y consigue que
tu cuerpo vaya por un lado, mientras que tu cabeza… Mientras que tu cabeza
permanece quieta y rígida en la misma posición en la que la dejaste durante
toda la noche. La almohada viscoelástica cobra vida propia a partir de las
00:00 y cuando piensas que “a la de tres” vas a ser capaz de darte media vuelta,
mientras que tú cuerpo te obedece… tú
cabeza, ay tu cabeza, tu cabeza ya no es tuya, tu cabeza le pertenece a la
almohada viscoelástica, y no, no la va a
soltar así como así. La almohada viscoelástica se funde con tu cuello,
se mimetiza con tu cráneo, adopta la forma de tus orejas, y cuando lo ha hecho,
cuando ya tiene el molde completo, te “succiona” hasta el fondo y allí te deja
hasta que como en mi caso, recurres a alguien, para que te rescate…
-¡¡Dª
Margarita qué paaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasa!!
-¡¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerta,
la almohada!! ¡¡Llama a los bomberos Berta que la almohada me ha atrapado!!
No
coments.
6
horas más tarde.
Consulta
de mi “médica” de cabecera (esta “chiquita” que me gusta tanto, y que me da
piruletas con forma de corazón cuando me pongo pesada).
Yo
(Modo Robocop): No puedo… no puedo mover el cuello.
Mi
médica “majisma”: Muévalo lentamente hacia la derecha.
Yo
(el terrible y espantoso dolor me impide obedecer): No puedo, yo quiero, pero
no puedo.
Mi
médica “majisma” (Obligándome a seguir una piruleta con la mirada): Siga la
piruleta con la mirada.
¡¡Crack!!
Mi
médica “majisma”: Vale, esta vez es de verdad.
*Que
es lo que tiene ser una hipocondríaca, que te tiene que hacer el cuello un ruido
espantoso, para que te tomen en serio…
Yo
(Modo Robocop): Mi piruleta.
Mi
médica “majisma” (extendiéndome una receta): Empezamos con una pastillita ahora
mismo con la merienda, y si no vamos a mejor, “nos” tomamos otra antes de
dormir.
Yo
(Modo Robocop con piruleta): ¿Pastillita? ¿Qué pastillita?
Mi
médica “majisma”: Un relajante muscular….
Yo
(Modo Robocop con piruleta, y con “chispitas” en los ojos): ¿Un relajante
muscular?*
*Los
relajantes musculares siempre han representado para mi el “sumun” de las
“pastillitas”, “El Dorado” de la medicación. Me he pasado toda la vida envidiando a mis amigas. Que a “fulanita” le dolía la espalda, toma relajante
muscular, que a “menganita” se le torcía una “idea”, venga relajante muscular,
y a mi… a mi un aspirina y a correr, pero mi suerte acaba de cambiar.
Mi
médica “majisma”: Sí, pero sólo durante un par de días, y si no se pasa, vuelve,
y vemos si hace falta un poquito de rehabilitación.
Yo
(Modo Robocop con piruleta, con “chispitas” en los ojos, y disimulando): Sí,
claaaaaaro doctora, sólo un par de días #ñeñeñeñe
9
horas más tarde.
Durante
años, juré y perjuré que jamás haría apología de las drogas o de los
comportamientos erráticos que estas provocan. Durante años he peleado a brazo
partido incluso con mi familia para que dejasen de llamarme Lady Gin Tonic, y
así no hacerle la más mínima publicidad al consumo de alcohol (y porque en serio, siempre
me he sentido más identificada con algo así como Lady Nutella).
Durante
todos estos años, siempre me he posicionado del lado de la luz, del lado de la
verdad, y de la justicia, del lado de los que sufren (como la novia de
Spiderman), y jamás he dejado de apoyar a todos aquellos que han luchado por un
mundo libre de sustancias adictivas.
Durante
toda mi vida, cuando en Misa (yo antes iba más porque tenía una par de amigos
jesuitas que bordaban las homilías…) los curas pedían por la salud del Papa y
de los Obispos, yo le pedía a Dios por todos aquellos que caían en las garras
de las drogas.
Y
ahora… y ahora (nunca es tarde si la dicha es buena) me doy cuenta, de que toda
esa lucha, hubiese sido mucho más humana, productiva, y sobre todo
satisfactoria, si alguien hubiese tenido la “decencia” (por no decir caridad)
de recetarme una cajita de relajantes musculares, y que si bien es cierto que modifican la conducta, el carácter, y el grado de felicidad... nada tienen que ver con las drogas (y los que dicen que sí son todos unos mentirosos piojosos...).
Esa
“pastillita”, esa “pastillita” te cambia, esa “pastillita” te eleva, te
dimensiona espiritualmente, te hace olvidar
todos los dolores, los tuyos, los del vecino de abajo, los de la humanidad. Te
hace querer fraternalmente al presidente de la comunidad, y a adorar a Pilar
Poleos, te responde a las grandes cuestiones planteadas por la humanidad, y te
acerca a Dios.
El
relajante muscular resucita a los unicornios rosas y te los muestra en todo su
esplendor… El relajante muscular te devuelve la fe en el género humano, en la
política, en Rajoy y en La Cospe.
El
relajante muscular, sí, por qué no… tenían que verter cantidades mínimas de
relajantes musculares en las depuradoras del Canal de Isabel II, para que
todos, insisto, todos, pudiésemos acceder sin cortapisas a sus beneficios… Para
que todos entrásemos juntos y cogidos de la mano, en una nueva era sin dolores
ni contracturas.
Esto
es así…. Los relajantes musculares son #losmayas , y a por mí han venido antes
del día 21 (cosa que les agradezco porque nunca me han gustado las
aglomeraciones).
El
relajante muscular anticipa una nueva era de bondad y “buen rollismo”, de
flexibilidad y confort.
El
relajante muscular le dice adiós al Reflex y al bálsamo del Tigre, el relajante
muscular deja a la altura del betún al ibuprofeno y al Paracetamol, y a mi, y a
mi porque no me van a dejar, que si lo hiciesen, en serio, sacaba, pero “ya”,
alguna iniciativa tipo “acabo de firmar la solicitud para que todo el agua
potable que bebemos contenga relajantes musculares…”
Bueno,
no es difícil comprobar, que lo mío con estas “pastillitas”, ha sido amor, y
como toda buena y clásica historia de amor que se tercie, ha terminado en
ruptura…
No
acudí a las 48 horas a mi “médica majisma” porque me hice la sueca, y les engañé
a todos inventándome una “agenda” que me impedía de cualquiera de las maneras,
pedir hora para el médico…
No coló… y mi Berta, recurrió como siempre hace a la presencia de un adulto (llamo
a Pilar Poleos), y entre las dos me obligaron a devolverles todos los blisters
de relajantes musculares que tenía, y me pidieron hora para la niña de las
piruletas.
La
niña de las piruletas (que es más lista que yo) comprobó que ya no estaba
contracturada (y eso que lancé grititos como si aún lo estuviese), y me dijo que
ni una pastillita más (eso sí, me dio dos piruletas para que se me pasase el
berrinche).
Confiada,
pensé que aún me quedaba una oportunidad, “volver a contracturarme con mis
nuevas almohadas viscoelásticas”, pero qué va… Mis almohadas, junto con mis ilusiones, habían
desaparecido, y su lugar en el interior de sus preciosas fundas de algodón
blanco impoluto, sólo encontré un par de almohadones vulgaris que no contenían
ningún tipo material experimental de la NASA, véase, una sosería de almohadas….
Mi
vida desde entonces, es bastante triste, y he vuelto a levantarme (con el riesgo
que esto implica para mis niveles de azúcar
#devolvedmemisalmodasviscoelasticasya) por las noches a comer galletas.
He
vuelto a no soportar al presidente de la Cdad. y he dejado de ver unicornios
rosas... y para colmo de males, todos los jueves, tengo que aguantar que mi “peluquera” me
hable de las maravillas y beneficios de las almohadas viscoelásticas.
Pues
eso, que yo llevaba toda la vida pensando que era “discretamente” feliz, y me
han tenido que recomendar el uso de una almohada viscoelástica, para
descubrir, que más que “discretamente” feliz, mi vida ha sido “discretamente”
dolorosa, véase, tan “discretamente” dolorosa como lo es cualquier vida no
expuesta a los beneficios de un buen relajante muscular.
Sin
más, que la tristeza me puede.
Lady
Gin Tonic (#enbuscadelacontracturaperfecta).
Jejejejajajaja,me parto contigo!!! Mira q te pasan cosas, eso de la almohada viscolástica es lo más,yo además tengo colchón,por lo q no sólo me queda atrapada la cabeza,es el cuerpo entero el que se queda hundido, y por las mañanas no te levantarias por nada del mundo, y menos ahora que hace frío,pero en mi caso,no he tenido efectos secundarios,a sí q no he podido utilizar los maravillosos relajantes musculares,he de decirte q eres la primera persona q ha visto unicornios rosas, eso o los de mi entorno me han mentido ;-) .Por cierto la foto de tu cama es digna de una Lady y esa lámpara me tiene loca!!.Bueno guapa,no me enrollo más,que mis respuestas llegan a parecer testamentos. Por si no escribes antes felices fiestas y Féliz año nuevo,si es q nos dejan los Mayas :-P
ResponderEliminarHola "guapisma",
EliminarFelices Fiestas para ti también.
Por cierto, que esa cama no es la mía, que me la he "afanado" de las imágenes de Google.
En la mía hay muchos cojines, pero no tan ordenaditos...
Un abrazo.
Desde luego,eres lo mejor de lo mejor!!! Y lo q me he reído,xq yo estoy buscando colchones y almohadas para mi casa nueva y te juro pana q yo "ar Guti" no le hago.ni casa.Y encima,ando con neumonía y jartita me tienen de relajantes y ¡¡ q verdad más grande q con ellos se quiere a to el mundo.Felicidades,eres una CRACK!!!
ResponderEliminarAy "el Guti", la que ha liado sin comerlo ni beberlo...
EliminarCuídate mucho la neumonía, que pocas como tu tengo.
Si acabo montando el grupo de adictos a los relajantes musculares, te aviso.
Un abrazo muy fuerte Olga, y Feliz 2013.
Yo estoy compartiendo este post entre todos mis contactos cual aviso misericordioso.
ResponderEliminar¡Besos!
Ay, que ahora es cuando nos demandan por boicotear la viscoelasticidad, y hacer apología del uso indiscriminado de los relajantes musculares...
EliminarNo se nos puede dejar sueltas.
Gracias.
Que historia tan divertida! me has hecho difrutar mucho con la lectura :-)
ResponderEliminarTe agradezco el comentario, porque no hay nada que me haga más feliz, que poder divertiros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.