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lunes, 10 de diciembre de 2012

Lady Gin Tonic, y el pájaro azul.


Lady Gin Tonic, y el pájaro azul.

Once upon a time… *

*Que esto es una serie que a mí me gusta mucho porque salen todos los príncipes, y todas las “principesas” de estos de los cuentos de toda la vida, pero en versión que están todo el día tomando cafés y comiendo madalenas de estas de colores y con cositas, y que a mí me gustan tanto, y que eso, que a lo que iba…

Once upon a time.

Así como a la altura del centro de un nada tranquilo y menos reposado reino que se encontraba al sur de ese continente que las malas lenguas decían que era viejo, #peroquenoqueva que lo único es que estaba un poco “chuchurrío”, pues eso, que a esa altura más o menos, vivía una hermosa y sabia princesa, a la que los años no le habían sino mejorado como al vino.

La hermosa princesa, toda dulzura, belleza, bondad y sabiduría, vivía en lo alto de una torre desde la cual impartía su justicia, y derrochaba su amor y simpatía con todos aquellos que la rodeaban, y  que le hacían la pelota (la princesa era súper maja…).

Sus días transcurrían serenos y en paz, en demasiada paz, tanta paz tenía la princesa, que cogió, y al final se agarró tal empacho, que ni los sabios más sabios de la comarca pudieron tratárselo.

Era tal su estado de aletargamiento pacífico, que por más que lo intentaba, y por más “hidromiel” que consumía, no conseguía sino aburrirse aún más.

Sus días se sucedían de manera angustiosa y monótona, y por las noches, por las noches una terrible idea le carcomía… Sí, iba a morir, y no, no iba a morir dignamente, que lo que iba a hacer era morirse del asco… y siendo como era de todos conocido, que del asco, y del aburrimiento sólo se pueden morir los tontos, a la princesa le espantaba que toda una vida de méritos y sabiduría, quedase velada por una indecorosa muerte frente a la pantalla del Tv viendo el “Sálvame”.

El aburrimiento de la princesa no encontraba consuelo, y tan sólo experimentaba cierto alivio, comiendo pipas al atardecer y jugando al “a qué no me pillan tirando las cáscaras por la barandilla”.

Pero hasta ese inocente entretenimiento le fue prohibido, al serle aplicadas las mismas normas que ella misma había impuesto, y que incluían el no echar desperdicios, ni arrojar objetos contundentes al vacío, a no ser en defensa propia…

La princesa languidecía al tiempo que los dedos se le pelaban de tanto comer pipas, y hasta heriditas le salían en la lengua de tanta sal.

La oscuridad comenzó a cernirse sobre la torre…

Tras meses de pesadumbre y malos gestos… y coincidiendo con el 80 (aunque nadie lo hubiese dicho porque aburrida lo estaría un rato, pero la piel la tenía como una quinceañera…) cumpleaños de la princesa, un joven y atractivo familiar recién llegado de hacer un Máster en los EE.UU, decidió que tenían que tomar cartas en el asunto.

Reunió a familiares, y amigos y les dijo…

Joven recién llegado del Máster en los EE.UU: Hermana, padres, madres, tíos, tías y demás “gentucilla” aquí presente… No podemos consentir que la princesa muera en bata, deshidratada, y sin hacer testamento.

No, claro, eso no es posible – oyó que le respondían los presentes - Eso nunca, en bata jamás… ¿Cómo haremos para evitarlo?.

La hermana del joven, que además por aquella época estaba exultante de felicidad porque aún no había descubierto que su amorcito el budista era un ser medio tarado, les sugirió.

Hermana del joven, pareja de un budista tarado: Creo que, además de unos bonitos zapatos de salón de Prada que he visto y que le van a encantar, lo que necesita la princesa para recuperar la alegría y el alborozo, es poder comunicarse con el resto de la humanidad, que con nosotros, todo sea dicho de paso, ya se ha comunicado todo lo que se tenía que comunicar, y aburrida está, y aburridos nos tiene…

¿Con el resto de la humanidad? – preguntaron algunos - ¿No serán muchos? – alegaron otros.

No – prosiguió la novia del budista tarado – son el número justo, y además, si lo hacemos de golpe, les pillaremos desprevenidos y no podrán defenderse.

La humanidad… - se escuchó de fondo – Sí, la humanidad, dad, dad, dad – repitió el eco.

Exacto, la humanidad – concluyó la novia del budista tarado.

¿Y cómo conseguiremos que la sabia y bella princesa contacte con la humanidad? – consultó la madre de la joven novia del budista tarado, y que a su vez tampoco estaba muy allá de lo suyo.

Todos se miraron intrigados.

De pronto, el joven “este” del Máster, les sorprendió apuntando.

-Yo sé como…

-Ala, que listo – murmuraron todos – como se nota que acaba de llegar de hacer un Máster.

A todo esto, en sus aposentos, la princesa, al margen de toda “la movida”, seguía “enredando” para ver cómo conseguir que la dejasen salir a la terraza con su bolsa de pipas.

Pocos días después, y coincidiendo con la pesada digestión del pato laqueado envenenado que compartieron todos para celebrar el 80 cumpleaños de la princesa en el “japochino” de la esquina, el joven recién llegado del Máster en los EE.UU, avanzó sonriente hacia ella, y le dijo…

Joven “este” del Máster y tal y tal…: Querida, queridísima y siempre bella y sabia entre las sabias princesa (que este era el tratamiento que la princesa exigía a sus más allegados), la preocupación nos tiene embargados…

Sabia y Bella Princesa (tras tragarse un bombón de licor de golpe): ¡¡¿Embargados?!! ¡¡¿Lo qué…?!!

El “este” del Máster: La tristeza, la tristeza nos embarga...

Sabia y Bella Princesa (escogiendo otro bombón): Ah… que susto, prosigue.

El “este” del Máster: A lo que íbamos, que la tristeza nos tiene embargados, y que no hacemos si no llorar por los rincones por ver la melancolía que os tiene “secuestrado” el corazón…

Sabia y Bella Princesa (tragándose el segundo bombón de golpe): Jo, pues sí que has venido tú leído del Máster…

Novia del Budista tarado (intentando poner orden): ¡¡Tata coño!!

Sabia y Bella Princesa (interrumpiéndole): Pardonnez moi???

Novia del Budista tarado (corrigiéndose): Querida, queridísima y siempre bella y sabia entre las sabias princesa… Estamos preocupados, con el corazón secuestrado, y ciertamente alertados por tu querencia a pasearte en bata por la casa mientras mascullas #ñañañaña y es por eso, por lo que hemos decidido hacerte un regalo muy especial que seguros estamos aliviará tu estado…

Sabia y Bella Princesa: ¡¡¿Un regalo?!! ¡¡¿Otro regalo?!! ¡¡¿Qué es, qué es, qué es…?!!

*La sabia y bella princesa siempre estaba triste, menos cuando dejaba de estarlo por recibir regalos o comer pipas.

Todos los asistentes abrieron paso al “este” del Máster, y el “este” avanzó de nuevo hasta la princesa “portando” consigo una bonita y moderna caja de color azul.

Sabia y Bella Princesa: Alaaaaaaaaaaa……

Novia del Budista tarado: ¡¡Tata coño si no sabes lo que es…!!

Sabia y Bella Princesa (removiendo la cajita  #modomaraca): Alaaaaaaaaaaa…

Novia del Budista tarado: ¡¡Qué lo abras de una vez!!

Sabia y Bella Princesa (la cual se acababa de descalzar porque uno de los Prada le apretaba en el juanete): ¡¡Escuchad!!

Un alegre gorjeo salió de la caja.

Sabia y Bella Princesa (agitando aún más la caja): Alaaaaaaaaaa… Una caja que gorjea.

Novia del Budista tarado (dejándose caer desesperada en un bonito sillón que decoraba con muchísimo gusto uno de los elegantes rincones del salón de la princesa): Se lo ha “cargao”.

La sabia y bella princesa abrió la cajita, y de ella, aunque aún un poco mareado por el “meneo”, salió un lindo pajarito azul con cara de huevo, y que mirándole con ojitos de “pitiminí” le dijo…

Pajarito azul con cara de huevo: Hola, soy “Tuiti”, y tú…

Sabia y Bella Princesa (con el pajarito azul entre las manos): Alaaaaaaaaa “Tuiti” como el canario muerto de la niña de Poltergeist*

*La sabia y bella princesa tenía un increíble dominio de las películas de los años 80.

“Tuiti” (Mirando a la princesa con incomprensión y cara de huevo pasado por agua): #nometoqueselpitoquemeirriro #quienesesa

Sabia y Bella Princesa: Una niña rubia que veía a los muertos que bajaban por la escalera de su chalet independiente construido sobre un cementerio indio, y que al final se la llevaron de excursión a un armario, y  que tuvo que entrar su mamá a rescatarla…

“Tuiti”: Ah… ya, #esaniña #lamuhahahadelarmario

Sabia y Bella Princesa: #samisma

A partir de ese momento, el resto de los asistentes al cumpleaños desaparecieron para “Tuiti” y para la sabia y bella princesa, y poco a poco, #tuiticarahuevo, no sólo terminó de secuestrar el corazón de la princesa, sino que lo llenó de alegría y novedades, al tiempo que ponía en contacto a la princesa con el resto de la humanidad (que para eso servía…) y con los espíritus del cementerio indio de la película de #lamuhahahadelarmario (a los cuales podéis seguir en el siguiente perfil: @losmuertosdelaurba)

No obstante, y como bien sabemos todos aquellos que hemos recibido una católica formación al uso, ninguna historia que se precie, termina bien…

Pasados los meses, la sabia y bella princesa, no tenía tiempo sino para jugar con #tuiticarahuevo y con el resto de humanos a los que su “pajarito” le había presentado (y a los que de momento, no había aburrido). Jugaba con @endosuno con @dosdiestros  con @LadyHorchata con  @LaVirgendelaCueva con @sinTsis666 con @miantoniaquevaleunhuevo con @QueteApartesQueTeMuerdo y con un montón más de ellos que hacían las delicias de la princesa compartiendo todas sus historietas, y “embolaos”.

Próxima la celebración del siguiente cumpleaños de la princesa, y mientras ella y su querido pájaro azul intercambiaban impresiones e insultos hacia el resto de dirigentes del planeta, el “avecilla” sorprendió a su “amiga” con la siguiente pregunta.

#tuiticarahuevo: Decidme “princess”

*La princesa le consentía a su pajarito que se tomase esa licencia a la hora de dirigirse a ella.

#tuiticarahuevo (continuó): ¿Qué presente podría agradaros, y haceros la más feliz de entre las princesas?

Princesa: ¿Por mi cumpleaños?

#tuiticarahuevo: #sastamente

Princesa: Esto… Sí, vamos a ver, ni morirme ni quedarme “tolai” el próximo año.

#tuiticarahuevo: #tahecho ¿Qué más?

Princesa: Esto… Sí, vamos a ver, ni empacharme, ni que me suba el azúcar jamás de los jamases por más chuches que coma.

#tuiticarahuevo: #tahecho ¿Algo más…?

La brisa se convirtió en una gélida corriente de aire, la mirada de la princesa se tornó amenazante y torva, y añadió clavando sus ojos en el “pajarillo”.

Princesa: Deseo que mis “seguidores” se incrementen en número a la misma velocidad a la que se “precipitó” el chaval este de la estratosfera el otro día… Deseo que todos sean normales y que ninguno pertenezca a secta extraña o grupo de mercadeo, pero más que nada deseo….

Continuará…

Elige tu propio final.

-       Si quieres que la Princesa desee tener más seguidores que @LadyGaga y #tuiticarahuevo caiga #muetto del susto porque eso sobrepasa sus poderes pulsa (1)

-       Si quieres que la Princesa desee la paz en el #mundomundial y #tuiticarahuevo se la ofrezca a cambio de su alma, pulsa (2)

-       Si quieres que #tuiticarahuevo transforme a la Princesa en un sapo feo y asqueroso para que le deje en paz y poderse ir con @LadyGaga pulsa (3)

-       Si quieres que los familiares y allegados de la Princesa aprovechen su próxima fiesta de cumpleaños para meterla a ella y a su pajarito, en una caja de embalar rumbo a la serie esa de los príncipes, y las principesas que toman cafés y comen madalenas… pulsa (4)

-       Si quieres un Iphone pulsa (5) #jajaja


Lady Gin Tonic (un año en compañía de “tuiti”, y lo que te contaré morena…).



Si queréis disfrutar (vanidosa estoy por favor...) de este sencillo cuento, perfectamente editado, y con las fotografías más bonitas del mundo mundial, podéis hacerlo en


Como en ocasiones anteriores, el enlace os dirigirá a la publicación online de @endoszero 

Aprovechar la ocasión, para agradecerles desde aquí, el haber compartido conmigo este último año, año de mi bautismo "tuiteril", y "blogueril".

Gracias de corazón.

Sin vosotros "esta aventura" no estaría siendo tan bonita...

Lady Gin Tonic.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Lady Gin Tonic, la almohada viscoelástica y los relajantes musculares...


Lady Gin Tonic, la almohada viscoelástica y los relajantes musculares.

(Una historia de terror y amor como las de antes…)

-La almohada viscoelástica en un “pedazo” de invento.

Así empieza esta historia, y así al menos, es como me vendió a la “susodicha”, la niña de la peluquería que con tanto acierto y cariño, me peina todos los jueves.

Y prosiguió…

-A mi, a mi me ha cambiado la vida. En serio Dª Margarita, no se lo piense, cambie sus almohadas por una viscoelástica ya.

-Pero… -apunté yo al tiempo que con gestos intentaba evitar que me dejase la cabeza como a Mozart- explícame por qué es tan fabulosa, ¿qué diferencia a esta almohada del resto de almohadas del mundo?

-Ay no se Dª Margarita, es especial, usted apoya la cabeza en su almohada viscoelástica, y es como si perdiese el sentido… va a dormir de un tirón.

-¿De un tirón?

*Esto a mi podía interesarme, dada la mala costumbre que tengo de despertarme un par de veces todas las noches, para levantarme, “sonámbula” eso sí, a la cocina a por galletas.

-Sí, de un tirón. Desde que mi “Guti” (el noviete se llama Julio, pero a saber por qué le llama su “Guti”) me la regaló, nada, que no me despierto en toda la noche.

*Que digo yo, que si su “Guti” llega a saber lo de los efectos hipnóticos de la almohada, lo mismo no se la compra, o bueno, lo mismo sí...

Mi “niña” de la peluquería es una artista con los tintes y con el corte a navaja, pero la verdad es que a la hora de explicarse, no sé, como que no llega… por lo que basándome en la confianza que le tengo, y en lo bien que me vendría dejar de levantarme, insisto, “sonámbula”, a por galletas todas las noches, me planteé seriamente, sustituir mis almohadas (mis doscientas almohadas, soy de tener almohadas y almohadones por todas partes…), por una “viscoelástica”.

No obstante, y como buena “tendera” que soy, por muy bien que me hablen de algo, y por mucha falta que me haga, no me lanzo a comprar así como así, primero tengo que hacer mis “averiguaciones”.

1.    Viscoelástica: Según la Wikipedia… Pues según la Wikipedia la página está aún en construcción, y dícese así como quien no quiere la cosa de un material que presenta “viscoelasticidad”.

2.    Viscoelasticidad: Según la Wikipedia… Es un tipo de comportamiento reológico anelástico (#ostitu) que presentan ciertos materiales que exhiben tanto propiedades viscosas, como propiedades elásticas cuando se deforman (#ostitu2)

Vale, no perdamos la calma, hay vida más allá de la Wikipedia, y en Google, mi puerta al mundo, hay más fuentes, infinitas de hecho, a las que acudir para hacer consultas.

3.    Pongo en Google: ¿Qué es una almohada viscoelástica?: Primera respuesta, bueno, no la primera, pero sí la que terminó de convencerme para que me lanzase a la piscina y me comprase ese “invento” de almohada.

“El material viscoelástico fue desarrollado por la NASA (¡¡La Nasa!!) con unas propiedades únicas e innovadoras para aliviar la presión del cuerpo.

Si “esto” viene de la NASA, no hay más que hablar, que a mi la NASA, la CIA, y el PP, siempre me han merecido el mayor de los respetos…

Dicho y hecho, “me de dos”.

Bueno, en realidad “me de dos” no, que lo que hice fue pedirme  dos al precio de una por la “internete”, en una promoción en la que además me regalaban un par de fundas al aloe vera (…), y no sé qué bono descuento para un SPA en el que ya me pueden esperar sentados.

La verdad es que es una maravilla esto de la “internete”.

No habían pasado más de tres días, cuando ¡¡zas!! Voy, y recibo mi pedido de Vietnam.

Yo feliz, el conserje* no tanto, porque la verdad es que el paquetito en sí, más que peso pluma de almohadón, traía peso pluma de grúa.

*Inciso para lo de la “pijería” del Conserje. Miguel lleva siendo el portero de la casa en la que vivo, desde hace más de veinte años, Miguel jamás ha tenido el más mínimo problema a la hora de presentarse como: “Hola, soy Miguel, soy el portero de ….”, pero de un tiempo a esta parte, ha quedado terminantemente prohibido (y de ello se dejó constancia en junta) llamarle “el portero”, hay que dirigirse a él como “el conserje”. Sin más, que la gente se automedica más de la cuenta y pasan estas cosas…

A lo que íbamos. Yo, feliz #likeperdiz con mi par de almohadas viscoelásticas.

Yo (a mi “Berta”* y a grito “pelao” por el pasillo): ¡¡Berta “guapisma”!! ¡¡Han llegado las almohadas!!

*Mi Berta es la señora que consigue que sobreviva a mi misma desde hace la torta de años. Es un ángel, y la quiero más que a cada gota de sangre que corre por mis venas (aunque me esconda las galletas, y no me deje echar chocolates en el carrito de la compra).

Mi Berta: ¡¡Qué bien!! ¡¡Que alegría!! ¡¡No me deje todo tirado por medio que ya me la conozco!!

Sí, me conoce. Pero yo es que con los paquetes me pongo nerviosita, y como que los dejo destrozados y hechos cachitos y luego, pues eso, que Berta me regaña, y con toda la razón del mundo.

…mis almohadas, mis almohadas viscoelásticas.

Lo primero que me llamó la atención cuando las conseguí sacar de la funda de plástico (que para esto un master #ostitu3), fue el peso. ¡¡Puf!! Lo que pesan estas almohadas… pero bien, porque fíjate tú por dónde, que una de las cosas a las que me dedico yo en mi inconsciencia nocturna, es a arrojar las almohadas por ahí, véase, que no aparece ni una donde debería, por lo que con estas, está claro que no voy a poder hacerlo, no al menos sin lesionarme, o sin desarrollar una capacidad muscular más propia de un pelotari vasco que de una dama de mi condición y género.

Ya en mis “aposentos”, y una vez retirados los doscientos almohadones, cojines, cubrecamas y demás “pijotadas” que me voy autocomprando en mis tiendecitas de Londres, y que luego “arrojo” así como todas juntas y en plan casual #pasabaporaquí y se me cayó un cojín, suelto mis nuevas almohadas, les quito las fundas de aloe vera que apestan a crema de manos del Simply, les coloco un par de bonitas fundas de algodón con puntillas y “bodoques” que me autocompré en verano, y que fue como si algo en mi interior ya me anunciase la llegada de mis nuevas almohadas viscoelásticas… y me quedo tan “pichi” comprobando los “preciosismas” que me han quedado.

Preciosas, muy bonitas sí señor, y no se puede negar, que entre la contundencia que aparentan, y el porte que se gastan con sus fundas de algodón blanco impoluto, le han dado a mi cama la apariencia para la cual, sin duda, había sido creada…





Nerviosa como una colegiala, y tras explicarle a Berta que con esas almohadas no me voy a levantar a comer galletas, y que por lo tanto, no se asuste si no me oye trasteando por la despensa a media noche, que no es que me haya muerto, que es que tengo almohadas nuevas, me dispongo a, y parafraseando a mi “niña” de la peluquería, “apoyar la cabeza en mi viscoelástica, y a perder el sentido…”

Dicho y hecho…

9 horas más tarde.

-¡¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerta!!

La almohada viscoeslástica, no es que te ayude a dormir la noche entera de un tirón, es que te “noquea”… La almohada viscoelástica te atrapa y consigue que tu cuerpo vaya por un lado, mientras que tu cabeza… Mientras que tu cabeza permanece quieta y rígida en la misma posición en la que la dejaste durante toda la noche. La almohada viscoelástica cobra vida propia a partir de las 00:00 y cuando piensas que “a la de tres” vas a ser capaz de darte media vuelta,  mientras que tú cuerpo te obedece… tú cabeza, ay tu cabeza, tu cabeza ya no es tuya, tu cabeza le pertenece a la almohada viscoelástica, y no, no la va a  soltar así como así. La almohada viscoelástica se funde con tu cuello, se mimetiza con tu cráneo, adopta la forma de tus orejas, y cuando lo ha hecho, cuando ya tiene el molde completo, te “succiona” hasta el fondo y allí te deja hasta que como en mi caso, recurres a alguien, para que te rescate…

-¡¡Dª Margarita qué paaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasa!!

-¡¡Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerta, la almohada!! ¡¡Llama a los bomberos Berta que la almohada me ha atrapado!!

No coments.

6 horas más tarde.

Consulta de mi “médica” de cabecera (esta “chiquita” que me gusta tanto, y que me da piruletas con forma de corazón cuando me pongo pesada).

Yo (Modo Robocop): No puedo… no puedo mover el cuello.

Mi médica “majisma”: Muévalo lentamente hacia la derecha.

Yo (el terrible y espantoso dolor me impide obedecer): No puedo, yo quiero, pero no puedo.

Mi médica “majisma” (Obligándome a seguir una piruleta con la mirada): Siga la piruleta con la mirada.

¡¡Crack!!

Mi médica “majisma”: Vale, esta vez es de verdad.

*Que es lo que tiene ser una hipocondríaca, que te tiene que hacer el cuello un ruido espantoso, para que te tomen en serio…

Yo (Modo Robocop): Mi piruleta.

Mi médica “majisma” (extendiéndome una receta): Empezamos con una pastillita ahora mismo con la merienda, y si no vamos a mejor, “nos” tomamos otra antes de dormir.

Yo (Modo Robocop con piruleta): ¿Pastillita? ¿Qué pastillita?

Mi médica “majisma”: Un relajante muscular….

Yo (Modo Robocop con piruleta, y con “chispitas” en los ojos): ¿Un relajante muscular?*

*Los relajantes musculares siempre han representado para mi el “sumun” de las “pastillitas”, “El Dorado” de la medicación. Me he pasado toda la vida envidiando a mis amigas. Que a “fulanita” le dolía la espalda, toma relajante muscular, que a “menganita” se le torcía una “idea”, venga relajante muscular, y a mi… a mi un aspirina y a correr, pero mi suerte acaba de cambiar.

Mi médica “majisma”: Sí, pero sólo durante un par de días, y si no se pasa, vuelve, y vemos si hace falta un poquito de rehabilitación.

Yo (Modo Robocop con piruleta, con “chispitas” en los ojos, y disimulando): Sí, claaaaaaro doctora, sólo un par de días #ñeñeñeñe

9 horas más tarde.

Durante años, juré y perjuré que jamás haría apología de las drogas o de los comportamientos erráticos que estas provocan. Durante años he peleado a brazo partido incluso con mi familia para que dejasen de llamarme Lady Gin Tonic, y así no hacerle la más mínima publicidad al  consumo de alcohol (y porque en serio, siempre me he sentido más identificada con algo así como Lady Nutella).

Durante todos estos años, siempre me he posicionado del lado de la luz, del lado de la verdad, y de la justicia, del lado de los que sufren (como la novia de Spiderman), y jamás he dejado de apoyar a todos aquellos que han luchado por un mundo libre de sustancias adictivas.

Durante toda mi vida, cuando en Misa (yo antes iba más porque tenía una par de amigos jesuitas que bordaban las homilías…) los curas pedían por la salud del Papa y de los Obispos, yo le pedía a Dios por todos aquellos que caían en las garras de las drogas.

Y ahora… y ahora (nunca es tarde si la dicha es buena) me doy cuenta, de que toda esa lucha, hubiese sido mucho más humana, productiva, y sobre todo satisfactoria, si alguien hubiese tenido la “decencia” (por no decir caridad) de recetarme una cajita de relajantes musculares, y que si bien es cierto que modifican la conducta, el carácter, y el grado de felicidad... nada tienen que ver con las drogas (y los que dicen que sí son todos unos mentirosos piojosos...).

Esa “pastillita”, esa “pastillita” te cambia, esa “pastillita” te eleva, te dimensiona espiritualmente,  te hace olvidar todos los dolores, los tuyos, los del vecino de abajo, los de la humanidad. Te hace querer fraternalmente al presidente de la comunidad, y a adorar a Pilar Poleos, te responde a las grandes cuestiones planteadas por la humanidad, y te acerca a Dios.

El relajante muscular resucita a los unicornios rosas y te los muestra en todo su esplendor… El relajante muscular te devuelve la fe en el género humano, en la política, en Rajoy y en La Cospe.





El relajante muscular, sí, por qué no… tenían que verter cantidades mínimas de relajantes musculares en las depuradoras del Canal de Isabel II, para que todos, insisto, todos, pudiésemos acceder sin cortapisas a sus beneficios… Para que todos entrásemos juntos y cogidos de la mano, en una nueva era sin dolores ni contracturas.

Esto es así…. Los relajantes musculares son #losmayas , y a por mí han venido antes del día 21 (cosa que les agradezco porque nunca me han gustado las aglomeraciones).

El relajante muscular anticipa una nueva era de bondad y “buen rollismo”, de flexibilidad y confort.

El relajante muscular le dice adiós al Reflex y al bálsamo del Tigre, el relajante muscular deja a la altura del betún al ibuprofeno y al Paracetamol, y a mi, y a mi porque no me van a dejar, que si lo hiciesen, en serio, sacaba, pero “ya”, alguna iniciativa tipo “acabo de firmar la solicitud para que todo el agua potable que bebemos contenga relajantes musculares…”

Bueno, no es difícil comprobar, que lo mío con estas “pastillitas”, ha sido amor, y como toda buena y clásica historia de amor que se tercie, ha terminado en ruptura…

No acudí a las 48 horas a mi “médica majisma” porque me hice la sueca, y les engañé a todos inventándome una “agenda” que me impedía de cualquiera de las maneras, pedir hora para el médico…

No coló… y mi Berta, recurrió como siempre hace a la presencia de un adulto (llamo a Pilar Poleos), y entre las dos me obligaron a devolverles todos los blisters de relajantes musculares que tenía, y me pidieron hora para la niña de las piruletas.

La niña de las piruletas (que es más lista que yo) comprobó que ya no estaba contracturada (y eso que lancé grititos como si aún lo estuviese), y me dijo que ni una pastillita más (eso sí, me dio dos piruletas para que se me pasase el berrinche).

Confiada, pensé que aún me quedaba una oportunidad, “volver a contracturarme con mis nuevas almohadas viscoelásticas”, pero qué va… Mis almohadas, junto con mis ilusiones, habían desaparecido, y su lugar en el interior de sus preciosas fundas de algodón blanco impoluto, sólo encontré un par de almohadones vulgaris que no contenían ningún tipo material experimental de la NASA, véase, una sosería de almohadas….

Mi vida desde entonces, es bastante triste, y he vuelto a levantarme (con el riesgo que esto implica para mis niveles de azúcar #devolvedmemisalmodasviscoelasticasya) por las noches a comer galletas.

He vuelto a no soportar al presidente de la Cdad. y he dejado de ver unicornios rosas... y para colmo de males, todos los jueves, tengo que aguantar que mi “peluquera” me hable de las maravillas y beneficios de las almohadas viscoelásticas.

Pues eso, que yo llevaba toda la vida pensando que era “discretamente” feliz, y me han tenido que recomendar el uso de una almohada viscoelástica, para descubrir, que más que “discretamente” feliz, mi vida ha sido “discretamente” dolorosa, véase, tan “discretamente” dolorosa como lo es cualquier vida no expuesta a los beneficios de un buen relajante muscular.

Sin más, que la tristeza me puede.

Lady Gin Tonic (#enbuscadelacontracturaperfecta).